LA SOPA Y LA VIDA
La
sopa y la vida:
A veces pienso en la sopa que tomaba cuando era chico.
Ese misterioso brebaje tenía varias cualidades según
los mayores:
hacía crecer, nos tornaba tan fuertes cual Popeye después
de la espinaca, nos hacía «venir grandes»…
Cuánto verso nos hacían para tragar esa bendita
infusión no?. A veces con arroz, con fideos, con huevo,
con pan rallado y limón, en forma de avioncito aterrizando
en nuestra boca, Superman volando, para tenía un solo
nombre: «sopa».
Y si el invierno corría con este plato nos entibiábamos
el alma, en esos días de frío, de lluvia, quién
no disfrutaba de la sopa? seguramente más de uno de
nosotros en esta estación del año habrá
sido reconfortado tomando toda la cantidad de sopa que nos
entrara, hasta que se nos hinchara la panza, hasta reventar…
En verano, en verano otra es la historia.
Venir todo transpirado luego de haber jugado a la pelota toda
la mañana al rayo del sol y encima haber perdido por
goleada, llegar a la cocina y ver la olla humeante nos hacía
recordar en forma instantánea a una detonación
nuclear y el humo por consiguiente en algo así como
el hongo radioactivo.
La desgracia de «esta sopa» era que no se acababa
nunca, duraba para siempre, para toda la vida a la vista de
nuestros ojos de chicos sanos, inocentes…
Y fuimos creciendo…
Y la sopa la empezamos a tomar cuando nosotros queríamos,
invierno, verano, otoño o primavera, cuando nos diera
la real gana.
No solo cuándo, sino cuánto también,
empezamos a manejar dos parámetros: tiempo y cantidad.
Cuántas veces nos pasa que esperamos de la vida una
instancia determinada y nos ocurre otra, cuántas veces
pensamos que algo está totalmente superado y sin embargo
aparece de nuevo.
«Esto» anterior me hace acordar a aquella bendita
sopa, no la esperamos, ni nos gusta, pero de pronto está
ahí…
Y como NO es lo que nos gusta, nos vienen cinco platos o un
balde…
Esta «sopa», la que aparece a lo largo de nuestras
vidas debemos tomarla lo más rápido posible
para que se acabe pronto, y NO volver a hacer lo mismo para
que NO aparezca nunca más.
Si apareció, es porque nosotros mismos hicimos y queremos
que aparezca de nuevo, y si no podemos hacer que no aparezca
nunca más, no la acumulemos, porque ahí si,
se juntarán un montón de platos y el malestar
por tragar tanto de lo que uno no quiere, ni le gusta, sin
ningún tipo de dudas indigesta, indigesta y mal.
Alguien me dijo una vez que la vida es un juego con algunas
reglas mínimas.
El juego consiste en que la vida es un montón de habitaciones
con contenido sorpresa todas y cada una de ellas, habitaciones,
una tras otra, de costado, arriba, abajo…
La misión: intentar llegar a la salida.
Las reglas: una sola, sencilla, no se puede permanecer quieto,
hay que estar caminando siempre.
Si nos toca llegar a un cuarto y no nos gusta lo que encontramos,
pasémoslo lo más rápido que podamos,
y por el contrario si encontramos algo o alguien que nos gusta
o nos gustaría tener de compañía, invitémoslo
a seguir juntos el resto del juego, quién sabe lo que
encontraremos en la habitación siguiente?, a lo mejor
podemos ayudar, a lo mejor nos tendrán que ayudar…
Qué buen juego!… no?
Por eso lo de la sopa, cuando nos topamos con lo mismo siempre,
es porque estamos en el mismo cuarto, caminamos si, pero siempre
por el mismo lugar, sin atrevernos a abrir la puerta siguiente
para seguir en este juego de vivir.
Sigamos adelante, total… qué nos puede pasar?.
Podemos encontrar algo mejor, en hora buena, disfrutémoslo.
Podemos encontrar algo peor, entonces salgamos rapidamente,
lo antes posible de ahí.
O podemos encontrar algo igual, aquí podríamos
seguir buscando algo que nos guste o si no, si decidimos volver
atrás porque creemos que todos los cuartos son iguales,
bueno, quién elija esto, no se cansará de tomar
sopa, y no sé si se aguantará estar siempre
en el mismo lugar.
Me gustó la comparación de la vida con los cuartos
y la sopa, caminar, caminar siempre, abrir nuevas puertas
que a su vez nos comunican con cosas nuevas, y si esto que
la vida es un misterio no es así, digo yo: los misterios…
cómo son?… dónde están?.
Somos peregrinos errantes, eternamente errantes, en busca
de «algo» que a lo mejor ni nosotros mismos sabemos
exactamente qué es, pero eso si, busquemos, busquemos
siempre, el que busca tiene al menos la esperanza y la posibilidad
de encontrarlo, y por costumbre, comodidad o conveniencia
nunca quedarse al lado de nada ni de nadie, por nada y por
nadie, salgamos corriendo con lo puesto.
Que sus sueños se concreten y si no es así,
si es que sus sueños se alejan en la medida que ustedes
se acercan, no importa, eso al menos, el perseguir un sueño,
habrá hecho que tengan que caminar para algún
lado, que no se hayan quedado quietos, y el caminar, aunque
no sepamos bien hacia dónde, el caminar siempre es
muy bueno.
Autor :Ruben
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