EL
DUQUE DE RIVAS
UN
CASTELLANO LEAL
Romance
IV
Muy
pocos días el Duque
hizo mansión en Toledo,
del noble Conde ocupando
los honrados aposentos.
Y
la noche en que el palacio
dejó vacío, partiendo
con su séquito y sus pajes
orgulloso y satisfecho;
Turbó
la apacible luna
un vapor blanco y espeso,
que de las altas techumbres
se iba elevando y creciendo:
A
poco rato tornóse
en humo confuso y denso,
que en nubarrones oscuros
ofuscaba el claro cielo;
Después
en ardientes chispas,
y en un resplandor horrendo
que iluminaba los valles,
dando en el Tajo reflejos;
Y
al fin su furor mostrando
en embravecido incendio,
que devoraba altas torres
y derrumbaba altos techos.
Resonaron
las campanas,
conmovióse todo el pueblo
de Benavente el palacio
presa de las llamas viendo.
El
Emperador confuso
corre a procurar remedio,
en atajar tanto daño
mostrando tenaz empeño.
En
vano todo; tragóse
tantas riquezas el fuego,
a la lealtad castellana
levantando un monumento.
Aun
hoy unos viejos muros
del humo y las llamas negros,
recuerdan acción tan grande
en la famosa Toledo.