SONETO A LA MUSICA
CARLOS
REYNA
De pronto me encontré con tu tibieza,
sin forma ni color, pura, intangible;
y allí estabas, radiante, imprevisible,
poniendo fin a mi virtual pobreza.
Y del teclado fiel de tu nobleza
-donde no cabe el mundo, imperceptible-,
surgió vivaz, perenne, indestejible,
el velo sin igual de tu grandeza.
Y en un vagar total de mil sonidos
-donde no cabe el tiempo ni la historia-,
se me escapó el dolor de tiempos idos.
Y entre tus cuatro espacios de victoria,
viajar como torrentes embebidos,
y renacer en ti, ya sin memoria…
Del libro:
«23 Poemas de Amor y una Plegaria»
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