Reencuentro
Eres tú
la que atraviesa el silencio y las tinieblas.
Qué cerca estás al fin.
Tu sonrisa se abre sobre mí
como flor de cristal llovido.
Me refresca la paz de tus pupilas
y en los nervios me duele
no haberte amado todo lo que necesitas.
Ambas debieron haber crecido en mí
Como una sola espiga,
alumbrando mis pasos de indecisa gacela.
Siempre temí perderlos
y fue mi corazón entre dos puntos
como un compás abierto goteando hieles.
Pero esta noche tu ternura me salva los temores
y te reencuentro a través de mis manos
que presionan la frente en horas duras.
Y en mis pasos macizos,
y en las miradas húmedas.
Lo ves, lámpara que iluminas mi pecho intrincado:
ya no puedo perderlos
aunque nos medie la distancia
y un secreto dolor nos martirice.
Voy a enfrentarme al mundo tímida y confusa,
intuitiva y humilde.
Porque tal es el patrimonio
de tu sangre en mis venas.