¡QUERIDA!
¡Querida!
Entre todas las penas
que jalonan mi senda terrenal
(triste senda sin apenas
una mísera rosa en el brocal),
mi espíritu, soñando cosas buenas
de ti, encontró tranquilidad
y un oasis de edénicas arenas.
Por
eso cuando evoco tu recuerdo
veo una isla remota y encantada
en medio de un océano revuelto;
una isla que, a pesar de estar rodeada
por temibles borrascas y por vientos,
luce siempre sonriente y despejada
hasta en los peores momentos.
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ALLAN POE