POEMA
PARA EL PADRE
Y
fue entonces
que
con la lengua muerta y fría en la boca
cantó
la canción que le dejaron cantar
en
este mundo de jardines obscenos y de sombras
que
venían a deshora a recordarle
cantos
de su tiempo de muchacho
en
el que no podía cantar la canción que quería
cantar
la
canción que le dejaron cantar
sino
a través de sus ojos azules ausentes
de
su boca ausente
de
su voz ausente.
Entonces,
desde la torre más alta de la ausencia
su
canto resonó en la opacidad de lo ocultado
en
la extensión silenciosa
llena
de oquedades movedizas
como las palabras que escribo.
Alejandra
Pizarnik