PALIDO CERCO DE LA SOMBRA
Manuel Lozano
La vejez mecía mi corazón, como mece
una loca a un niño muerto. El silencio no me
amaba ya. Y la lámpara se apagó.
O. W. de Lubicz Milosz
El visionario ha desollado la hendidura
por donde cae el amor, infancia adentro,
y en que aguardo el frío amante
del rumor de un irse de la tierra.
Perdido entre los tuyos,
te devorabas con fiebres
que engarzan y abandonan
el exacto rumor del bosque incendiado.
¿A qué crías, a qué sed,
a qué funesta tribu
reclamaste por el oro de la lluvia?
¿Pero por qué se entregan esos hijos
que vienen con la esfinge
tatuada de su lepra?
Nunca terminan los viajes
bajo el puente,
bajo el puente donde un cuerpo tiembla:
tajo libérimo de la separación.
Hoy ha llorado el mundo.
Huye todo presente.
Sin número, la música y el alba
calcinan los huesos de los hombres.
¿Quién acuña el hocico del ronco gemido del yacente?
Ahí tienes la tormenta.
Un ciruja en Bagdag bebe su sopa larvaria.
Pitágoras se sepulta en un sueño
con ataúdes de hierbas sin descanso.
Las viejas matronas alzan cucharas.
Whitman resplandece hasta doler. París, tarde del 26 de diciembre de 1996