LOS
HIJOS Y LOS PADRES
Ni arrastrada un pastor llevar podía
a una cabra infeliz que oía amante
balar detrás al hijo, que, inconstante,
marchar junto a la madre no quería.
-¡Necio! -al pastor un sabio le decía-,
al que llevas detrás, ponle delante;
échate el hijo al hombro, y al instante
la madre verás ir tras de la cría-.
Tal consejo el pastor creyó sencillo,
cogió la cría y se marchó corriendo
llevando el animal sobre el hatillo.
La cabra sin ramal los fue siguiendo,
mas siguiendo tan cerca al cabritillo,
que los pies por detrás le iba lamiendo.
Ramón
de Campoamor