LA
MUJER FUERTE
Pedro
Prado
Una
hermosa mujer pasó entre los hombres con altivez natural.
Acaso aquello no era altivez; acaso era la arrogancia que,
a los seres fuertes y tranquilos, infunde la presencia de
los seres mezquinos y temerosos.
Envuelta
en el primer aliento del otoño, ella reunía
todos los valores dispersos.
Fuerte,
grande, armónica y bella, no era la visión de
un sueño, sino la presencia de una realidad poderosa.
Su
edad indeterminada hablaba mejor de su valer persistente.
Al
pasar, tersa la frente al viento doblegado, brillantes los
ojos en el fulgor del día, el césped guardó
las huellas de sus pies.
Y
los hombres libidinosos, que no tuvieron fuerzas para sentir
a su presencia el menor deseo, mordieron el recuerdo de la
que los hizo sentirse ruines y despreciables.
[De Los pájaros errantes]