INSOLACIÓN
Guy de Maupassant
Fué en un día de junio. Repicaban a gloria
Alegre circulaba por las calles la gente.
Sin yo saber por qué, marchaban sonriente,
borracho de bullicio y exultante de euforia.
El sol multiplicaba mi secreta energía,
se metía en mi sangre, calaba en lo profundo.
Me acometió el hervor y el éxtasis jocundo
que Adán debió sentir al ver que el sol nacía.
Una mujer pasaba; sus ojos clavó en mí.
¿Que rayo de mirada de fuego me lanzó?
¿Qué vena de locura mi alma conturbó?
Fué como un arrebato, fué como un frenesí.
Tuve un súbito impulso
de arrojarme sobre ella,
de estrecharla en mis brazos,
de marcar en sus rojos
labios, con loco anhelo, de los míos la huella.
Una nube de sangre se me agolpó a los ojos.
Veía estrujándola con un beso satánico;
la doblo, la derribo, y después de que sacio
mi pasión, la levanto con impulso titánico,
doy con el pie en la tierra
y me lanzo al espacio.
La llevo por la ardiente catarata de sol,
su pecho con mi pecho,
su aliento con mi aliento,
volando entre la gloria del ancho firmamento.
Cada vez la estrechaba
con impetu más fuerte.
La miré.
¡Con mi abrazo habíale dado muerte!