Frustrados
del dosmildos
«La
revuelta y solamente la revuelta,
es creadora de la luz,
y esta luz no puede tomar sino tres caminos:
la poesía, la libertad o el amor»
– André Breton-
Nos
ha tocado un tiempo
de injustos desencantos,
los que vivimos poco,
los que luchamos tanto,
sobrevivientes mustios
de esta Argentina muda.
Somos los predilectos
del paradigma nuevo,
marcando al dosmildos
como los fracasados,
somos los insurrectos
de los setentaytantos.
Somos los desahuciados
de futuros inciertos,
nos lavaron las manos
con lodo y excrementos,
dejando este vacío
en panzas y bolsillos.
Somos desaprensivos,
ignorantes de balas,
que siempre laboramos
en nombre del mañana,
esperando el descanso
en la paz del anciano.
Nos cortaron los brazos
en nombre de la patria,
somos memoria aguda,
testigos decadentes
de pañuelos gastados.
Somos los insolentes
por pretender pensar,
aunque gusten juzgarnos
al querer recordar
el horror de otras muertes.
Los que nunca robamos,
ni el fondo hemos tocado.
Somos grandes deudores
de un pedazo de historia,
crecimos con dos islas
perdidas en un truco,
protestones en masa
que emocionados fuimos
cuando un voto pusimos
en una boba caja.
Somos los que sufrimos
viendo como compraban
espejismos for export
a cambio del olvido.
Somos los derrotistas
juzgados de idealistas,
estúpidos y artistas,
amantes de este suelo,
esos que maldecimos
al ver cambiar a crédito
artefactos por sueños.
Somos los acusados
de quedarnos afuera
de sistemas esclavos
de no encajar en celdas,
en targets o en encuestas.
Gustan pintarnos flojos,
sin comprender siquiera
que el color es quimera
para tapar despojos.
Tan sólo una bandera
celeste y blanca alzamos
donde secar los mocos.
No eran nuestras las manos
que pintaban con sangre,
hojas de una amnistía,
ni era nuestra rutina
ahogar voces en ríos.
Somos los abolidos
que seguimos peleando
contra viejos molinos,
los que aún resistimos
sabiendo íntimamente
que no nos queda nada,
más que alguna canción.
Nos robaron las ganas,
reduciendo cerebros
como al indio sus pampas,
moldeando las escuelas
con arcilla liviana.
Somos jóvenes-viejos
defraudándole al alma
por dormir rebeldías,
peleando la utopía
de firmar algún pacto
entre verdad-justicia.
Somos los resentidos
de ver a tanto ingrato
salir en las revistas
y hablar de dignidad,
mientras las tripas cantan
su hambre desigual.
Somos un grupo gris
que camina en las calles
pateando los cordones,
mordiéndonos la bronca,
esperando entre pausas
quien se anime primero
a arrojar la palabra
que defienda el orgullo
ante ruines traidores.
Los que nunca quisimos
empuñar un revólver,
tal vez, por cobardía.
Somos los conmovidos
contenidos en celo,
amordazados, laxos,
en plena comunión
de otras bocas que claman
esperando la acción.
Sólo falta un suspiro
que arranque las cadenas
para lanzar aullidos
que den la voz de instancia
donde salir sin culpas
a defender la infancia.
© Silsh