EN
FIN A VUESTRAS MANOS HE VENIDO
SONETO
II
En
fin a vuestras manos he venido,
do sé que he de morir tan apretado
que aun aliviar con quejas mi cuidado
como remedio mes ya defendido;
mi vida no sé en qué sha sostenido
si no es en haber sido yo guardado
para que sólo en mí fuese probado
cuánto corta una spada en un rendido.
Mis lágrimas han sido derramadas
donde la sequedad y el aspereza
dieron mal fruto dellas, y mi suerte:
¡basten
las que por vos tengo lloradas;
no os venguéis más de mí con mi flaqueza;
allá os vengad, señora, con mi muerte!
GARCILASO
DE LA VEGA