ELEGÍA PARA ALFONSINA STORNI
LEONORA ACUÑA DE MARMOLEJO
¡Oh Alfonsina!
Eres diva que al mar dio sus secretos
el piélago orgulloso, llevóte cual trofeo
como estatua viviente en el mástil
de un barco.
¡Oh Alfonsina, Alfonsina!,
artista de mil versos:
Levaste un día tus anclas
para jamás volver,
te fuiste con Neptuno sobre
ondulantes olas
a tejer ilusiones con la espuma del mar
y a recoger corales, caracoles y perlas:
Querías tejer collares a las bellas nereidas,
querías cantar poemas a bravos marineros
que un amor no reciben
al volver a los puertos
henchidos de esperanza,
repletos de pasión.
Ahora eres viajera liberada entre olas,
el viento te acaricia y en las tardes doradas
en una barca de oro, te trae tu capitán
que vuelve emocionado para escuchar tu voz.
Le cantaste al varón, a la vida, al amor;
el río rumoroso, las fuentes y cascadas
tu amada primavera, las pomas y las rosas
repiten aún tus versos repletos de emoción.
Una brecha le abriste a la mujer latina,
nos dejaste tu gloria engarzada
en la estrella,
-la que hechizó tus ansias cuando
rieló en el mar-
dejándonos la estela de tu brillante pluma.
Un críptico destino te fuiste a conquistar,
dicen los pescadores,
que te ven en la playa,
que llegas en un barco
rodeada de gaviotas,
que te escolta un lucero,
que traes aire de reina.
Rodeada por las hadas, con un pesar profundo,
y luciendo las galas de una princesa triste,
«VOY A DORMIR»
dijiste prediciendo el final,
desdeñaste a Caronte : te fuiste con el mar.