EL
MENDIGO
Mío es el mundo: como el aire libre,
otros trabajan porque coma yo;
todos
se ablandan si doliente pido
una
limosna por amor de Dios.
El
palacio, la cabaña
son
mi asilo,
si
del ábrego el furor
troncha
el roble en la montaña,
o
que inunda la campaña
el
torrente asolador.
Y
a la hoguera me
hacen lado
los
pastores con
amor,
y
sin pena y
descuidado
de
su cena ceno
yo.
en
la rica chimenea,
que
recrea con
su olor
me
regalo codicioso
del
banquete suntüoso
con
las sobras de
un señor.
Y
me digo: el viento brama,
caiga
furioso turbón;
que
al son que cruje de la seca leña,
libre
me duermo sin rencor ni amor.
Mío
es el mundo: como el aire libre, etc.
Todos
son mis bienhechores,
por
todos a
Dios ruego con fervor;
de
villanos y señores
yo
recibo los favores
sin
estima y sin amor.
Ni
pregunto quiénes
sean,
ni
me obligo a
agradecer;
que
mis rezos si
desean,
dar
limosna es
un deber.
Y
es pecado la
riqueza,
la
pobreza santidad:
Dios
a veces es
mendigo,
al
avaro da
castigo
que
le niegue caridad.
Yo
soy pobre y se lastiman
todos
al verme plañir,
sin
ver son mías sus riquezas todas,
que
mina inagotable es el pedir.
Mío
es el mundo: como el aire libre, etc.
Mal
revuelto y andrajoso,
entre
harapos
del
lujo sátira soy,
y
con mi aspecto asqueroso
me
vengo del poderoso
y
adonde va, tras él voy.
Y
a la hermosa que
respira
cien
perfumes, gala,
amor,
la
persigo hasta
que mira,
y
me gozo cuando
aspira
mi
punzante mal
olor.
Y
las fiestas y
el contento
con
mi acento turbo
yo,
y
en la bulla y
la alegría
interrumpen la
harmonía
mis
harapos y
mi voz:
Mostrando
cuán cerca habitan
el
gozo y el padecer,
que
no hay placer sin lágrimas, ni pena
que
no transpire en medio del placer.
Mío
es el mundo: como el aire libre, etc.
Y
para mí no hay mañana.
ni
hay ayer,
olvido
el bien como el mal,
nada
me aflige ni afana;
me
es igual para mañana
un
palacio, un hospital.
Vivo
ajeno se
memorias;
de
cuidados libre
estoy.
Busquen
otros oro
y glorias,
yo
no pienso sino
en hoy.
Y
do quiera vayan
leyes,
quiten
reyes, reyes
den
Yo
soy pobre, al
mendigo,
por
el miedo del
castigo,
todos
hacen siempre
bien.
Y
un asilo donde quiera,
y
un lecho en el hospital
siempre
hallaré, y un hoyo donde caiga
mi
cuerpo miserable al expirar.
Mío
es el mundo: como el aire libre,
otros
trabajan porque coma yo
todos
se ablandan si doliente pido
una
limosna por amor de Dios.
José
de Espronceda