CUATRO
ESTACIONES
Rodrigo Murcia Peña
El
muñeco estaba en el fondo de la
vieja maleta de viajero.
Con una burlona curiosidad,
el soldado lo sacó del fondo como
a una prenda de guerra.
» Es un recuerdo de mi nieto»
se apresuró a decir el viejo,
como convenciéndose a
sí mismo. «Ahora los muñecos
son hechos de peluche,
no de crochet» replicó
el joven, soltando a Bernabé casi
con asco entre las otras prendas usadas y
sudorosas del viejo,
encastañecidas por el polvo de la carretera.
El calor , penetrando con dolor los ojos del viejo,
le hizo soportar con desaire la requisa.
Ya Bernabé estaba en la maleta cerrada y el viaje
continuó entre sopor y paisajes,
entre recuerdos y tarareo de canciones,
entre miradas tras los cristales
y naufragios de ideas viejas.