CLARO
DE LUNA
Era clara la luna y jugaba en el agua.
La ventana ya libre está abierta a la brisa,
la sultana se asoma y a lo lejos el mar
al romper borda en plata los islotes negruzcos.
De
sus dedos se escapa la vibrante guitarra.
Oye un ruido apagado que despierta los ecos.
¿Una nave turquesa que procede de Cos,
con sus tártaros remos por el griego archipiélago?
¿O
son cuervos marinos descendiendo hasta el agua,
que resbala en sus alas al volar como perlas?
¿Es un djinn que en los aires silba con voz aguda
y que al mar precipita las más altas almenas?
¿Quién
así turba el agua cerca del gran serrallo?
Ni es el cuervo marino, ni las olas mecidas,
ni las piedras del muro, ni el batir cadencioso
de una nave que avanza por el mar con sus remos.
Son
tan sólo unos sacos, dentro se oyen sollozos.
Si sondearan el mar, dentro de ellos veríase
como formas humanas que se agitan convulsas.
Era clara la luna y jugaba en el agua.
VICTOR
HUGO