Jorge Manrique
Castillo d’Amor
Hame tan bien defendido,
señora, vuestra memoria
de mudança,
que jamás nunca ha podido
alcançar de mi victoria
oluidança,
porqu’estáys apoderada
vos de toda mi firmeza
en tal son,
que no puede ser tomada
a fuerça mi fortaleza
ni a trayción.
La fortaleza nombrada
está’n los altos alcores
d’una cuesta
sobre vna peña tajada,
maçiça toda d’amores,
muy bien puesta,
y tiene dos baluartes
hazia el cabo c’a sentido
ell oluidar,
y cerca a las otras partes
vn río mucho crescido
qu’es membrar.
El muro tiene d’amor
las almenas de lealtad,
la barrera
qual nunca tuuo amador,
ni menos la voluntad
de tal manera;
la puerta d’un tal desseo
que, aunqu’esté del todo entrada
y encendida,
si presupongo c’os veo,
luego la tengo cobrada
y socorrida.
Las cauas están cauadas
en medio d’un coraçón
muy leal,
y después todas chapadas
de seruicios y afición
muy desigual;
d’una fe firme la puente
leuadiza, con cadena
de razón,
razón que nunca consiente
passar hermosura ajena
ni afición.
Las ventanas son muy bellas,
y son de la condición
que dirá aquí:
que no pueda mirar d’ellas
sin ver a uos en visión
delante mí;
mas no visión que m’espante,
pero póneme tal miedo
que no oso
deziros nada delante,
pensando ser tal denuedo
peligroso.
Mi pensamiento, qu’está
en vna torre muy alta,
qu’es verdad,
sed cierta que no hará,
señora, ninguna falta
ni fealdad;
que ninguna hermosura
no puede tener en nada,
ni buen gesto,
pensando en vuestra figura
que siempre tiene pensada
para esto.
Otra torre, qu’es ventura,
está del todo caýda
a todas partes,
porque vuestra hermosura
l’a muy rezio combatida
con mil artes,
con jamás no querer bien,
antes matar y herir
y desamar
vn tal seruidor, a quien
siempre deuiera guarir
y defensar.
Tiene muchas prouisiones
que son cuidados y males
y dolores,
angustias, fuertes passiones,
y penas muy desiguales
y temores,
que no pueden fallescer
aunqu’estuuiesse cercado
dos mil años,
ni menos entrar plazer
a do ay tanto cuydado
y tantos daños.
En la torre d’omenaje
está puesto toda ora
vn estandarte
que muestra, por vassallaje,
el nombre de su señora
a cada parte,
que comiença como más
el nombre y como valer
ell apellido,
a la qual nunca jamás
yo podré desconoscer
aunqu’e perdido.
Fin
A tal postura vos salgo
con muy firme juramento
y fuerte jura,
como vassallo hidalgo,
que por pesar ni tormento
ni tristura,
a otri no lo entregar,
aunque la muerte esperasse
por beuir,
ni aunque lo venga a cercar
el Dios d’amor, y llegasse
a lo pedir.