A TI PADRE QUERIDO

Ahora estoy de pie sobre tu casa
en tu piso de pasto verde recién segado.
¡cómo han crecido las lilas de tus surcos!,
qué hermosa la azalea, florida en su esplendor.
Miro hacia tu ventana de mármol esculpida
las letras de tu nombre, oh Padre mío
en esta tarde que agoniza, brillan con el sol.

En el lago los patos nadan serenamente
sus cuerpos undulan el agua en el acantilado.
Sus cabezas inclinan y como en un espejo
contemplan su blanco plumaje ataviado.

Torno de nuevo mi vista a tu recinto
como en un sueño te miro y te sonrío
no sé si escuchas mi voz susurrando
con mi filial acento a tu recuerdo amado.

Oh padre mío cómo quisiera alcanzarte en un
abrazo
hoy que en el camposanto tu esencia me acompaña.
Como en aquellos días de coinfidentes charlas,
sentados a la sombra en un banquito en la azotea…
contemplando el crepúsculo al terminar el día…
el regocijo en los ojos, la serenidad en la frente
tus laboriosas manos por sobre tu ruana blanca…
y el semblante airoso colmado de esperanza.

Te recuerdo risueño…muy dado al gracejo
la cerveza en la mano, la chispa en las palabras
ese acervo tan tuyo a la hora de los cuentos…
Cómo olvidar tu entusiasmo, tus gestos…tu alegría
y entre todas tus cosas, tambien tus letanías.

Ahora que las sombras proyectan sobre el prado
las ramas de los árboles que a tu humanidad reposan,
la cruz en la iglesia por sobre el campanario
a lo lejos saludan mis ojos que la observan
y en el instante mismo que invoco el por la señal,
tú padre querido me das tu bendición

Julia Salinas Salinas
Colombia, Bogotá D. C.