LA
MUDANZA DEL TIEMPO
Aún no exceder su madre el cuello exento
miré de aqueste chopo levantado;
sin brazos le vi y sombra, aún no buscado
por ella el caminante o por aliento.
En
su niñez le vi; ya el blando viento
resuena entre sus galas abrazado;
galán está, mas dellas despojado;
a Enero ha de sufrir rigor violento.
Más
veces lo veré, si el alma dura
al desusado ardor que ciñe el pecho,
pues su muerte su exceso le asegura.
Esto
veré: mas en mi ardor deshecho,
ausente de mi pecho tu hermosura,
no: tal milagro en mí tu rostro ha hecho.
LUIS CARRILLO Y SOTOMAYOR
(1585-1610)