JUAN
ARGUIJO
a
avaricia
Castiga
el Cielo a Tántalo inhumano,
que en impía mesa su rigor provoca,
medir queriendo en competencia loca
saber divino con engaño humano.
Agua en las aguas busca, y con la mano
el árbol fugitivo casi toca;
huye el copioso Erídano a su boca,
y en vez de fruta toca el aire vano.
Tú, que espantado de su pena admiras
que el cercano manjar en largo ayuno
al gusto falte y a la vista sobre,
¿cómo de muchos Tántalos no miras
ejemplo igual? Y si codicias uno,
mira el avaro, en sus riquezas, pobre.
Apolo
a Dafne
«Victorioso
laurel, Dafnes esquiva,
en cuyas verdes hojas la memoria
de tu rigor y de mi triste historia
quiere el amor que eternamente viva.
La antigua palma y abundante oliva
a ti de hoy más inclinarán su gloria;
tú ceñirás en premio de vitoria
del fuerte vencedor la frente altiva.»
Dijo el burlado Cintio, y a la dura
corteza asido, la contempla, y luego
repite: «¡Dafne fiera! ¡Mármol frío!
Del rayo ardiente vivirás segura;
que no es bien que consienta ajeno fuego
quien pudo resistir al fuego mío».