EL PERIODISMO:
¿ OFICIO O PROFESIÓN?
El periodismo es un oficio o una profesión…. o ambas cosas a la vez, cuya finalidad es buscar noticias e información con el propósito de mantener a la sociedad enterada de lo que ocurre a su alrededor. Aun cuando en la actualidad esta materia puede estudiarse a nivel de licenciatura y doctorado, todavía los conocedores del oficio-profesión no logran ponerse de acuerdo en delinear una definición satisfactoria de una cosa o la otra. Mucho se ha discutido y se seguirá discutiendo al respecto.
Ser periodista es una condición que implica práctica, mucho trabajo y, sobre todo, una alta dosis de vocación. Influye en su desarrollo la pasión y el amor. Quien se interese genuinamente por la actividad periodística y dedique sus energías al objetivo de relatar u opinar sobre lo que ocurre en la sociedad, advertirá que el periodismo entusiasma y cautiva cuando se ha penetrado en ese mundo que lo dominará ….y se lo tragará.
La información ha sido un elemento imprescindible desde los mismos portales de la existencia humana. La profesión de periodista es como «una droga muy difícil de vencer». Una vez el aspirante a comunicador se envuelve en la casuística de la información, debe abordar la responsabilidad contraída con plena conciencia de que el camino de ofrecer verdades está bordeado de rosas y espinas, vahídos de cabeza, horas frente al teclado, búsqueda de las fuentes en los lugares donde se produce la noticia o en la Internet.
Con la publicación de su nota puede uno generar elogios, odio o manifestaciones de uno que otro corrupto puesto en evidencia que profiere amenazas que a veces se cumplen, todo por lo acertado de una investigación periodística.
Las agresiones físicas y verbales, hostigamiento judicial, amenazas de muerte, riesgos legales, recortes de publicidad oficial y hasta privada son los medios de manipular al periodista para controlar su independencia de criterio hasta hacerlo volcar su tinta en beneficio de sectores interesados en que no salgan a relucir informaciones que puedan comprometerlos ante la sociedad.
Así, el periodista que trata de ejercer honestamente su trabajo ve peligrar su independencia por los gobiernos, sus poderes respectivos y los grupos de presión política y empresarial. Es difícil para un periodista mal remunerado no caer bajo la influencia de los detentadores del poder y el dinero. Los ejemplos abundan. El comunicador que se deja corromper por las dádivas, está vendiendo su libertad de expresión; un derecho nunca obtenido del todo, pero que puede perderse por completo cuando el periodista accede a los deseos de los poderosos que pagarán gustosamente sus servicios para influir en los medios audiovisuales, radiofónicos o impresos.
Gran parte de los periodistas empíricos restan crédito a la formación del comunicador en las universidades, pero su desconfianza deja de existir cuando aprenden los secretos que permiten la interacción entre la teoría y la experiencia, cuando da paso a una cultura general aunada a los conceptos básicos de la disciplina, como son el conocimiento de los géneros periodísticos: Crónica, noticias, editorial, reportaje, columna, entrevista etc., que trataremos en detalle en próximas entregas.
Es innegable que la cátedra periodística universitaria es de data relativamente reciente. Anteriormente para ser periodista no se requería estudiar una carrera universitaria, porque la misma no existía como tal. Pocos años atrás todavía se impartían cursos de periodismo por correspondencia muy efectivos, que contribuyeron a la formación de grandes plumas de la profesión, que fueron autodidactas y ejercieron y aún ejercen el dominio empírico del oficio. En la actualidad el quehacer informativo ha evolucionado hasta arribar a una etapa de transición entre el periodismo empírico y el académico.
Autor: Desconocido