MIRAR HACIA ATRÁS…
ORFEO
Hace mucho tiempo
vivía en Tracia un cantor
llamado Orfeo.
Su canto era tan hermoso
que los animales
acudían a oírlo.
Se dice que también
era capaz de acallar
una tempestad
y apaciguar las olas
con sus melodías.
Los dioses
le obsequiaron una lira.
Orfeo vivía feliz
en compañía de su esposa Eurídice.
Un día,
Eurídice fue mordida
por una serpiente y murió.
Orfeo la amaba
tanto que decidió
bajar a los infiernos
y suplicarle a Hades
que le devolviera a su esposa.
Al fondo de un precipicio
encontró en una sala
a su esposa
en compañía de Hades.
El dios estaba enfurecido
con el intruso
que estaba allí
sin haber sido llamado
por la muerte.
Orfeo tomó su lira
y expresó su dolor
con acordes tan conmovedores
que ablandaron el corazón de Hades.
Le prometió que
dejaría libre a su amada
con una condición:
Orfeo no debía volver su mirada
atrás
hasta abandonar los infiernos.
Si por temor o amor miraba hacia atrás,
la perdería para siempre.
Orfeo, loco de alegría
comenzó a caminar.
Caminaba y podía oír
el rumor de los pasos
de su esposa detrás.
De repente, pudo ver el sol,
faltaba poco.
Trató de escuchar
pero no se oía nada.
Se
asustó y angustió.
Miró
para atrás intuyendo lo peor,
pero Eurídice estaba detrás suyo.
La
tenía del brazo Hermes,
el guía de las almas.
Desapareció
junto a la bella mujer para siempre…
Todos
los días,
muchos hombres y mujeres
que tienen el talento de Orfeo,
buscan a su Eurídice en alguna parte
.
Ella puede ser
algo bueno o hermoso que ya no está.
Es pasado.
También como este Orfeo,
bajamos al infierno
a buscar lo que perdimos.
Y cuando miramos para atrás,
la pérdida es aún más
grande.
Hay momentos
en los que es importante mirar
sólo para adelante,
detrás hay cosas bellas
o momentos inolvidables,
pero también aferrarnos a ellos
puede convertirlos
en nuestra pesadilla.