
LEYENDA
DE VOLCANES
Según
las creencias mapuches, los volcanes constituían el
hogar del Pillán, que era el padre fundador de las
razas y linajes, y cuando entraba en erupción era porque
desataba su ira por algún comportamiento inadecuado
de ellos.
No le temían realmente, sino que le profesaban un respeto
natural como
de hijos a su padre y lo invocaban con sacrificios y ofrendas
para hacerle peticiones de diversa índole. Además
de humo, temblores y lava, el Pillán expresaba su ira
con los truenos y los relámpagos.
Los incas, por su parte, tenían la costumbre de ofrecer
cada año el sacrificio de diez doncellas para evitar
la furia del volcán.
El Parinacota y el Pomerape, según las leyendas, corresponderían
a dos amantes, cuya relación fue prohibida y castigada
por alguien que se oponía a su unión, transformándolos
en cerros gemelos, que están siempre cerca, mirándose,
pero sin poderse tocar.
Los signos de actividad que a veces presentan, serían
intentos de comunicación entre ellos.