EL
NOMBRE MÁS HERMOSO
En el mundo indígena, uno de los principios que constituyen
el universo es el dolor. Sin embargo,
los ojos de ese pueblo penetran en esta realidad sin miedo
y la transforman en algo sublime.
Un
guerrero miró a su hija recién nacida.
Tan hermosa le parecía que no encontraba un nombre
apropiado para ella. Todos le sabían a poco.
Al fin decidió buscar lo más valioso del mundo
y tomarlo como nombre para su primogénita.
Salió
muy temprano, cuando aún era oscuro y pensó
«Podría llamarla: Silencio, pues es hermosísimo»
pero comenzó el amanecer y el guerrero detuvo sus
pasos y dijo: «No, la llamaré: Aurora».
Decidió
caminar unas millas más y el día avanzaba
mientras a lo largo de su camino el guerrero
pensaba en llamar a su hija: «Luz, nieve, Flor, Cielo.»
Y
así recorrió grandes distancias y consultó
a
muchos hombres instruidos, hasta que finalmente
encontró al más sabio de los hombres, que
le dijo:
–
Tras esta montaña encontrarás a un pastor
muy
sencillo. Acércate a su casa, espera allí
y verás lo
más valioso del mundo.
Apostado
junto a unas rocas el guerrero esperó el
momento fijando su mirada en la entrada de la casa.
Al cabo de unos momentos se abrió la puerta y
apareció una niña. El guerrero sintió
un escalofrío.
La pequeña estaba cubierta de lepra.
En
unos instantes, tras la curva del camino, se
escuchó la voz del pastor llamando a su hija.
El guerrero vio cómo padre e hija se abrazaban y
cubrían de besos. Y así, volviendo a su casa
con
lágrimas en los ojos, se dijo:
–
La llamaré Heoma-nae-sàn («amor en el
dolor»).
Autor: P. Miguel Segura