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El muneco de pared
Uceda Vazquez, Abel

EL MUÑECO DE PARED

ABEL UCEDA VÁZQUEZ

Sin más… Melisa estiró los brazos y quedó sentada con los pies en el aire, en el armazón de acostarse. Entonces volvió a repetirse la misma sensación de casi todos los días siguientes al de hoy. Este era el cuarto día… Apenas había pasado ocho minutos esta vez y el muñeco de pael volvió a la charla. Melisa se levantó de un saltó y le gritó:

– ¡Vete…! Marcha por ahí.
– ¿Qué tal has reposado…? -. Dijo el muñeco de papel.
– ¡Bien …!» -. Contestó ésta.
– ¡Verás…! -dijo el mueño de papel- Ahora quiero que cojas mi hoja delgada, que se ha obtenido, como bien sabes, macerando en agua trapos y otras materias fobrosas… Y que después se ha extendido en un molde para que se seque y endurezca y dibujes en ella a mis ojos, a mis manos… Quiero ser un trazo terminado.
– ¡Es que…!
– Dejate de pamplinas y coge el lapicero… -. Contestó el dibujo inacabado.
– No puedo -. Le dijo Melisa.
– ¿He oído bien?
– He dicho muñeco de papel. Que jamás volveré a pintar las linenas que faltan.
– ¿Por qué? -Tono desesperante-
– Entiéndelo… Hablemos de otra cosa.
– He quedado un poco triste, sin ilusión. Deduzco de tus palabras que el ser jóven, hoy es una mentira. Uno puede imaginarse tantas cosas, que los niños no tienen sonrisas, que el momento, es un herror del presente. Que el gesto…, fue vendido o destruído. ¿No crees que esto es chocante ? De verdad es chocante. Hay un cierto olor a podrido en todo esto. En fin; Melisa, será mejor que cojas la goma de borrar.
– Deja de decir tonterías. Menos mal que sólo eres un dibujo de papel.
– ¡Es cierto! Pero, estoy hablando en serio. Si quieres como un muñeco. En otras palabras: ¿Te averguenzas de mí? No sabes… Quieres terminar lo empezado y no pensar más en ello.
– ¡Claro…! No te enojes, no quise ofenderte. ¡Eh…! Dibujar no es tan… Psicópata inteligente.
– No te imaginaba tan testadura, Melisa -Le dijo el muñeco tristemente- Por lo que a mí toca, es el final.
– ¿Dónde vas…? ¿Me oyes…? ¿Sabes?
– Dejame en paz. Ha llegado mi final» -. Gritó el muñeco debujado.
– ¡Bravo…, bravo! Esta bien, lo siento.
– Demasiado tarde» -. Contestó el muñeco con amargura.
– ¿Qué quieres…? ¿Qué haces…? -Voz meláncolica-
– Te he dicho que era mi final.

A las ocho cuarenta y cinco la voz de la madre le reclamaba para desayunar.

– Vas allegar tarde.
– ¿Por qué no esperas a que vuelva del establecimiento de enseñanza?
– No hablo en broma. Lo que te estoy intentando decir, es ¿me vas a terminar?
– Espera a qué vuelva o haz lo que mas te guste -. Exclamó cruzando las piernas, mientras se acomodaba de nuevo en el borde de la cama.

El muñeco de papel, desapareció en el baño.

– La vida se me está poniendo difícil. Hace dos días querías borrar uno de mis brazos. Te aseguro que un dibujo está mucho mejor cuando no sé le da vida. ojalá que este dibujo pudiera comprenderte.

– Pero todo eso no quita, para que yo te tenga un poco de cariño. ¿Me has oído? Muñeco inacabado.

– ¡No, no! Exclamó Melisa, no puedes haberlo… Incorporandose inmediatamente del armazón de acostarse.

Un miedo se describió en el semblante de Melisa, a la vez, se despertaba, el odio y la preocupación, mientras llegaba al cuarto donde se halla la pila para bañarse y otros enseres higiénicos. Su interior se encogió como un instrumento cónico…, para travesar líquidos, ante esas preguntas que nadie sabe responder. Era la simple realidad…, nadie puede dominarla. Tiró de la cadena… Su cabeza sin el órgano de la vista, sus piernas y su miembro del cuerpo desde el hombro a la mano, empezaron a perderse en el cuerpo compuesto de oxígeno e hidrógeno, líquido, transparente, sin olor ni sabor.

Ya en la escalera pensó:

En el recuerdo inacabado del muñeco, cuando se perdía entre gestos que surgían como imitación al niño. Aunque era un poco incosciente, razonaba como uno más de los individuos existentes en el mundo.

Yo nunca creí que acabará haciendo una tontería como ésta. Ahora… , iré a clase. Primero desayunaré y trateré de olvidar el incidente.

Con el tiempo volveré a coger mis lapiceros de colores y trazaré con ellos un nuevo muñeco en el papel pero esta vez tendré tiempo para terminarlo.