AL
SOL
EN UN DÍA
DE DICIEMBRE
Reina
en el cielo. ¡Sol¡, reina, e inflama
con tu almo fuego mi cansado pecho¡
sin luz, sin brío, comprimido, estrecho,
un rayo anhela de tu ardiente llama.
A
tu influjo feliz brote la grama;
el hielo caiga a tu fulgor deshecho:
¿Sal, del invierno rígido a despecho,
rey de la esfera, sal: mi voz te llama¡
De
los dichosos campos do mi cuna
recibió de tus rayos el tesoro,
me aleja para siempre la fortuna:
bajo
otro cielo, en otra tierra lloro,
donde la niebla abrúmame importuna…
¡Sal rompiéndola, Sol; que yo te imploro¡
Gertrudis Gómez de Avellaneda