Jorge Manrique
Ved qué congoxa la mía…
Ved qué congoxa la mía,
ved qué quexa desigual
que m’aquexa,
que me cresce cada día
vn mal, teniendo otro mal
que no me dexa.
No me dexa ni me mata,
ni me libra ni me suelta
ni m’oluida,
mas de tal guisa me tracta
que la muerte anda rebuelta
con mi vida.
Con mi vida no me hallo,
porqu’estó ya tan vsado
del morir,
que lo sufro, muero y callo,
pensando ver acabado
mi beuir.
Mi beuir que presto muera,
muera porque biua yo,
y muriendo,
fenezca el mal, como quiera
que jamás no fenesció
yo biuiendo.
Biuiendo nunca podía
conoscer si era beuir
yo por cierto,
sino ell alma que sentía
que no pudiera sentir
siendo muerto.
Muerto, pero de tal mano
que, aun teniendo buena vida,
era razón
perdella y, estando sano,
buscar alguna herida
al coraçón.
Al coraçón qu’es herido
de mil dolencias mortales,
es d’escusar
pensar de velle guarido,
mas de dalle otras mil tales
y acabar;
acabar, porque será
menor trabajo la muerte
que tal pena,
y acabando, escapará
de vida c’aun era fuerte
para agena.
Para agena, es congoxosa
de vella y tanbién de oýlla
al que la tiene;
pues ved si será enojosa
al que, forçado, sufrilla
le conuiene.
Le conuiene aunque no quiera,
pues no tiene libertad
de no querer;
y si muriere, que muera,
quanto más que ha voluntad
de fenescer.
De fenescer he desseo
por el mucho dessear
que me fatiga,
y por el daño que veo
que me sabe acrescentar
vn enemiga.
Vn enemiga tan fuerte,
qu’en ell arte del penar
tanto sabe,
que me da siempre la muerte
y jamás me da lugar
que m’acabe.
Fin
Ya mi vida os he contado
por estos renglones tristes
que veréys,
y quedo con el cuydado
que vos, señora, me distes
y daréys.
N’os pido que me sanéys,
que según el mal que tengo
no’s possible,
mas pido’s que me matéys,
pues la culpa que sostengo
es tan terrible.