LA
FORTUNA
A Rosario P.
En
su curso voluble la Fortuna
todo cuanto me diera me quitó;
y la Miseria pálida y hambrienta
al umbral de mi puerta se sentó.
Y
llegó la Amistad la que en un día
el festín de mis dichas presidió-
y aunque le dije ven, ella, espantada
al ver aquel espectro, se alejó.
Amor
llegó también… Sellé mi labio,
porque temí que se alejara Amor;
pero él sin vacilar, bañado en lágrimas,
vino a mí presuroso… y me abrazó.
Y
la Miseria pálida y hambrienta
que al umbral de mi puerta se sentó
a la luz de aquel ángel que lloraba,
ella…
¡la horrible arpía!…
se embelleció.
MANUEL
MARÍA FLORES