¿Cómo
darte un perfume?
Autor:Milton Álvarez
Cuando me enfrenté a la primera vez
de buscar o asociar un perfume para ti,
pensé, que tarea tan pertinaz
y se me ocurrió de todo pensando en ti,
quizá como pachulí tierno que endulza hasta
la tristeza,
tal vez como sándalo para que nos alborote la rutina
o como jazmín que embriaga tanto después de
la lluvia,
y recordé los azahares y las margaritas,
tu especial fragancia al amanecer
y la exquisita sensación que dejan tus manos
cuando llegan tus caricias, vaya combinación,
pero es que nuestros días han sido así,
una mezcla disímil de todo, de ternura, de pasión,
de compañía nomás a veces, de solidaridad,
de nostalgia y a veces hasta de rabia.
Cada
vez que he vuelto a cavilar
sobre como encontrar un aroma especial para ti,
se vuelcan alborotadas varias percepciones a la vez,
con ellas una sensación única, que me habla
de ti,
de sentir por ejemplo revoletear en mi mente la menta,
mientras mis labios rememoran los tuyos
o sobre mi piel la intensidad de la verbena,
cuando es mi cuerpo el que se estremece añorando
el tuyo,
y el anís cuando la nostalgia estremece las imágenes,
hasta en el cedrón he divagado, asociando tu rica
presencia
con las tardes lluviosas de nuestro pueblo,
que invitaban a brindarnos torrentoso el agradable abrigo.
Y se
confunden las sensaciones
cada nueva, hermosa y deliciosa vez que te amo,
en un delirio indescriptible de sabor, de sueño,
de fiebre de ti, de percibir contigo lo sublime,
en el cobijo del viento fresco de medio día,
en el bombardeo de la floresta al amanecer
y en la marea agresiva del atardecer,
en el mordisqueante frío de nuestras montañas,
y en la arena tostándose bajo nuestros pies
y en mi imagen feliz que miro en tus pupilas.
Un
popurrí de las más sutiles hierbas, violetas
y almizcle,
de exuberantes orquídeas y las eternas rosas,
de gardenias, azucenas y tulipanes,
quizá darían un toque aproximado a las diversas
cosas,
a los momentos únicos disfrutados, pero es que,
por únicos tienen su particular chispa mágica,
con su ambiente y colores propios,
con el particular perfume de ese instante,
que llega como cascada y no se repite,
que se difunde diáfano y sonoro
como la carcajada de tu risa feliz,
y se extiende ancha y profunda como tu mirada.
Así
como el paisaje tiene tantas tonalidades
y continua siendo el mismo,
así prefiero apreciar tu geografía y horizontes,
y continuar percibiendo lo que puedan brindarme,
tus rincones y tus locuras, tu alegría,
nuestros miedos y la sed demente de besarnos,
quiero escarbar fragancias en el ancho mundo
a través de tus ojos, de tu olfato, de tu tacto,
de tus labios, de lo que estremezca tu cuerpo,
de lo que perturbe tu corazón y tu sensibilidad.
Con
que aroma relacionarte y relacionarnos,
difícil problema, tendrían que ser cientos
y ni entonces serían suficientes
y es que tu amor me hizo entender hace tanto,
que para ser tal debemos reinventar todo:
los murmullos y las caricias,
las miradas y todo lenguaje,
el tacto y la luz, para seguir intentando analizar
la más importante sensación de nuestro olfato,
de nuestra proximidad, de tu cercanía y compañía.