RÉQUIEM POR FEDERICO
Rafael de León
I
Lo mataron en Granada,
una tarde de verano
y todo el cielo gitano
recibió la puñalada…
Sangre en verso derramada,
poesía dulce y roja
que toda la vega moja
en amargo desconsuelo
«sin paño de terciopelo
ni cáliz que la recoja».
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(Por cielos de ceniza
se va el poeta;
la frente se le riza
como veleta.
Toda Granada
es una plazoleta
deshabitada)
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II
«Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos».
En la palma de sus manos
como un niño lo traían…
Las mujeres se rompían
los volantes de la enagua,
y el Darro bailaba el agua
en un triste soniquete
que sonaba a martinete
y a cante grande de fragua…
¯
(¡Encended los faroles;
romped el velo;
cantad por «caracoles»,
que viene el duelo!
¡Como una espada,
llevadlo, así, entre «oles»
por su Granada)
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III
No te vayas buen amigo
quédate aquí con nosotros;
están soltando los potros
junto a lo verde del trigo…
Están soñando contigo
temblando de calentura,
gitanas de piel oscura
y brillante cabellera
y hay una boca que espera
morderte labio y cintura…
¯
(Desnúdate deprisa,
que vengo herido;
quédate con la risa
como vestido…
Quiero beberte
y que luego dormido
venga la muerte…)
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IV
«Rosa de los Camborios
gime sentada a la puerta»
medio viva y medio muerta
entre paños mortuorios.
A la luz de los velorios,
con pena de jazmín chico,
cual dos palomas sin pico
muestra sus pechos helados,
heridos y acuchillados
lo mismo que Federico.
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(¡Que doble, bronce y plata,
la Vela, Vela,
que se ha muerto la nata
de la canela!
Mi bien amado
de limón y ciruela
va amortajado…)
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V
Ignacio Sánchez Mejías
«con toda su muerte al hombro»
sale pálido de asombro
a las barandas sombrías…
Todas las ganaderías
mugen a la misma hora
y en el filo de la aurora,
junto a los bravos erales,
sobre el mar de los trigales,
la brisa también lo llora…
¯
(¡Ignacio, dame el vaso
con el ungüento;
no puedo dar un paso,
ya no me siento!
Quiero abrazarte,
pero me ciega un viento
de parte a parte…)
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VI
Dentro de su traje oscuro
te nombra Bernarda Alba…
la tarde pinta de malva
la rosa blanca del muro.
En la calle pisa duro
un caballo sin jinete;
dan en la torre las siete
y Angustias, con voz sombría,
solloza un Ave María
derrumbada en el poyete.
¯
(Por la tapia del huerto
te llamé en vano…
-¡Dime que no está muerto
Pepe, el Romano!-
Ciego de zambra,
con un Ángel gitano
va por la Alhambra…)
¯
VII
-¿De quién es ese lamento
que sobre la noche rueda?…
-De Marianita Pineda,
que está bordando en el viento…
Con hilos de sentimiento,
a la vez que borda y canta
y con mano fina planta
entre sangrientos jardines
una rosa de carmines
que enjoyará su garganta…
¯
(¿Qué bordas, Marianita,
sobre esa tela?
La flor para una cita
que me desvela…
¡En seda cuaja
lo que Granada grita
que es su mortaja…)
¯
VIII
«¡Hijo con un cuchillito
que apenas cabe en la mano»,
de tu romance gitano
cortaron la flor del grito!
¡Ay, qué dolor infinito
de pedernal y de rosa;
voy y vengo como loca
sin que consolarme pueda
porque ni un hijo me queda
para llevarme a la boca!
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(Aquel traje de pana
que se ponía…
Aquella faja grana
que se ceñía…
¡Tanto cuidarlo,
y una flor de canana
para matarlo!).
¯
IX
Desde su balcón volado,
pálida, triste y mocita,
te llama Doña Rosita,
con el aliento apagado…
Un heliotropo morado
le acuchilla las ojeras
y corta con sus tijeras
adormecidas de herrumbre
su corazón hecho lumbre
por cincuenta primaveras…
¯
(¿Quién cambió los papeles
en el piano?
¿Quién secó los claveles
de mi verano…?
¡Ay, qué tormento!
¿Dónde estás, primo hermano,
que no te siento?)
¯
X
Sobre el hoyo de la cama
donde su flor se le mustia
igual que un río de angustia
una mujer se derrama…
Llama en vano, llama y llama
al hijo que se le esconde…
-¿En qué jardines, en dónde,
hallar mi nardo de esperma…?
Grito preñado de Yerma
al que el hijo no responde…
¯
(¡A la nana, mi niño,
que es madrugada…!
¡A la nana, cariño,
flor de Granada!
¡Si yo pudiera
quedarme embarazada
yo te pariera!)
–
XI
«Antonio Torres Heredia
Camborio de dura crin»,
llora al filo de la media
noche por el Albaicín…
Suena la voz de un muecín
como una fuente delgada,
y desde Sierra Nevada,
una paloma doliente,
baja a besarle la frente
al poeta de Granada…
(¿A dónde vas, amigo,
con tu secreto?
Te llevarás conmigo
voz y soneto…
¡Cómo gemía
dentro de tu esqueleto
la poesía!)