ABANDONADA
A SU DOLOR
Abandonada
a su dolor, un día
en que la sombra la envolvió en su velo,
me dijo el corazón que ella vendría
en el milagro espiritual de un vuelo.
Abrí
los pabellones solitarios;
iluminé los vastos corredores;
quemé la mirra de los incensarios,
y el frío mármol alfombré de flores…
Llegó,
cansada de volar… Yo dije:
Alma, mujer inspiradora, rige
mi vida entera para siempre. Arde
como
la mirra el corazón que inmolo…
¡Amor no llega demasiado tarde
a quien se siente demasiado solo…!
AGUSTÍN
ACOSTA