LUIS
CARRILLO SOTOMAYOR
A
Tisbe
Mira al amante
pálido y rendido
a la inclemencia, Tisbe, de su hado,
el rostro en llanto por su amor bañado
y él en su sangre por su amor teñido.
Hirióse con la espada que había sido
ministro de su mal, y su cuidado
el golpe no sintió, que era acabado,
con el morir su amante, su sentido.
Cayó, y buscó su sangre presurosa
la fría de su dueño, y ella, herida,
los brazos de su amante querellosa.
Mostró su ser la muerte en tal caída,
pues fue a juntar de un golpe, poderosa,
lo que el amor no pudo en una vida.