Poemas y Relatos
Web de poemas y relatos
Poemas y Relatos » opinion » La peste putefracta
La peste putefracta
Sin Clasificar

ALGO
MÁS QUE PALABRAS

LA PESTE PUTREFACTA

Víctor
Corcoba Herrero
– Escritor-

La corrupción es una de las grandes lacras del momento
actual que vive el mundo, epidemia que debiéramos
atajar de raíz, para que no tome cuerpo el vicio,
y se enraíce en la vida de los pueblos, como si nada.
Se necesitan verdaderos gestores, con capacidad de servicio
y de rendir cuentas en cualquier momento. La resignación
no cabe. Tampoco la pasividad. Todo ello, nos empobrece
y alienta a que el virus se extienda a todos los ámbitos.
Es de justicia, pues, que las administraciones y los gobiernos
sean transparentes, y sus gentes actúen con ética,
requisito que debiera ser imprescindible para acceder a
los distintos cargos. Don dinero no puede callar bocas corruptas,
y las penas deben ser cumplidas. El corporativismo de la
tapadera es un mal rollo, puesto que la cooperación
de todos, incluso entre países, en todos los aspectos
de la lucha contra la corrupción, incluyendo la prevención,
investigación y persecución de los delincuentes,
es la mejor manera de frenar la inmoralidad.

Los altos niveles de corrupción, tanto en gobiernos
municipales, autonómicos o estatales, frenan, cuando
no hunden, la riqueza que es de todos sus ciudadanos. El
derroche también es otra forma de perversión.
Con la Hacienda Pública hay que ser muy cautelosos
y establecer un criterio de prioridades. Las prácticas
corruptas pueden también dar lugar a escasez de recursos
que son malgastados en proyectos inútiles, pero que
generan lucrativas rentabilidades, mientras que sectores
prioritarios como puede ser la educación y la salud,
se encuentran desatendidos por falta de dinero. Sin duda,
cualquier país que luche por competir en una economía
mundial, ha de considerar como vital importancia, que en
sus gobiernos no exista la corrupción, con todos
sus significados de soborno y cohecho, de criminalidad y
violencia.

Ciertamente
la podredumbre de gentes que utilizan el poder en su provecho,
constituye un fenómeno político, social y
económico a nivel mundial. Es un mal universal que
corroe las sociedades y las culturas, pero que hemos de
contener para que no surjan contiendas de revancha. La corrupción
afecta a todos los poderes, a la administración de
justicia, a los procesos electorales, al pago de impuestos,
a las relaciones económicas y comerciales nacionales
e internacionales, a la comunicación social. El intercambio
de favores y tráfico de influencias, ha dado lugar
a que la cultura del pelotazo, tan de boga en España
a través de la política del ladrillo, genere
un enriquecimiento fácil e inmediato. Sin embargo,
el que los escándalos de este tipo sean un mal universal,
no puede consolar a ningún Estado o Entidad mínima
territorial, que goce de autonomía para la gestión
de sus respectivos intereses.

Se
necesita, a mi juicio, inmovilizar a los corruptos, ya que
estas plagas endémicas, se enquistan en instituciones
y personas, y los más afectados siempre son los mismos,
los que menos tienen, los marginados, los que viven en polígonos
de chabolas. La deseada cohesión social, exigirá
aún más esa solidaridad fraterna que deriva
de la conciencia de ser una sola familia de personas, llamadas
a construir un mundo más justo y fraterno, donde
no es posible lo putrefacto. Desde luego es un “logro
notable”, y así lo calificó Kofi Annan,
Secretario General de la ONU, la adopción por parte
de la Asamblea General de la Convención contra la
Corrupción, ya que envía un mensaje claro
de que la comunidad internacional está decidida a
prevenir y controlar el problema. La Convención “advierte
a los corruptos que la traición de la confianza pública
dejará de ser tolerada”, dijo Annan en un discurso
ante la Asamblea.

Conviene
recordar cómo definió el Secretario General
de la ONU la corrupción. La calificó como
una plaga perniciosa de grandes efectos corrosivos en las
sociedades: “Mina la democracia y el imperio de la
ley, conduce a la violación de los derechos humanos,
distorsiona los mercados, erosiona la calidad de vida y
permite el florecimiento del crimen organizado, el terrorismo
y otras amenazas a la humanidad”. Sin duda, es urgente
eliminar la peste de corrupciones que se da en todo el mundo,
cuestión que requiere el apoyo comprometido de todos
los ciudadanos, poner en claro la transparencia de actuaciones
públicas de autoridades e instituciones, y una firme
conciencia moral que hemos perdido.

Sería
de utilidad para sentirse más justo, poner de moda
diversos compromisos, como el de caminar en la justicia,
es decir, considerar la ley como lámpara que ilumina
la senda de la vida. Da seguridad jurídica a los
ciudadanos, tantas veces en desconfianza con ella. Otro
podría ser la lealtad y sinceridad a la hora de hablar,
signo de relaciones sociales correctas y auténticas.
A veces da la sensación que vivimos en una auténtica
mentira. Como tercer encargo, podríamos proponernos
rehusar el lucro de la opresión, combatiendo de este
modo el abuso de los pobres y la riqueza injusta, rechazando
todo tipo de sobornos. Nada de lavarse las manos. Tan crueles
son los autores como los cómplices. Se precisa, pues,
un comprometerse, si quiere, al estilo de la Real Academia
Española, de limpiar, fijar y dar esplendor. En suma,
la claridad, como la hondura en el pensamiento, siempre
es gozosa para el bienestar de todos.

Víctor
Corcoba Herrero
– Escritor-