INSEGURIDAD
Oscuridades matizadas de sombras,
espesos días de retórica…
Me ha soltado la mano la cordura
para hundirme en el barro la locura.
Invoco una grieta entre tanto despojo
que atice la hoguera de mi ahogos,
silencios con rumores de viejos trastornos
que no han sido sepultados del todo.
Ajadas fotos y repetitivos coros
invaden mis sienes tamborileando en mis pómulos,
no hay escape ni sordera de conciencia,
se arremolinan voraces al asecho de mi carne
cada cobarde blasfema que hendió en mi una pena.
Y aunque suelte los lazos con la realidad
y busque afanosamente hundirme en la vaciedad,
igual me asolan los fantasmas urdientes de osamentas pasadas,
devolviendo a mi mente la razón emancipada.
No hay escape que me divorcie de mi entraña,
la llevo como una verdad revelada…
solo la muerte me dará calma.
¿Y si la muerte no me redimiera de tanta pena amontonada
y condenado siguiera por los siglos de los siglos
hasta que se conjugue el todo con la nada?
Cruel designio el tener el alma eternamente encadenada…
Oh esta ignorancia pseudohumana
de primitiva conciencia sin respuestas claras!
Me apuré a nacer cuando la autosuficiencia
no había sido inventada.
Marcelo
D. Ferrer