AYER
DE ARRABAL
Cuarenta y cinco años forman tu historia
tu historia de casas desiguales,
con tus pobladores de caras amables…
tus padres, mis padres, los padres,
los hermanos mayores, los vecinos y amigos
todos solidarios de buenas costumbres.
En tu crónica surges del pasado
inmerso en los lotes, las calles valdías,
las vacas pastaron las habitaciones.
Las cercas de alambre eran las paredes
con puertas y techos de lata,
ranchos en los que habitaron
la paz, la pobreza, el trabajo rudo,
el sudor de las manos con callos…
en las noches el sagrado encuentro,
nuestra comunión…
la hora en que la comida
era el alimento de estar en familia
a la luz de las velas bajo la penumbra.
Había algunas tiendas,
el centro médico, la iglesia, la escuela
a la que los niños acudían día a día
presurosos párvulos alegres.
La cartilla, el cuaderno y el lápiz
la infancia entre rondas y juegos
cuán feliz fue el ayer de arrabal!
Con el tiempo, el clarín del progreso llegó
vino el acueducto, obras públicas,
redes de comunicación.
Vino la energía…la televisión.
Las calles pedregosas fueron pavimento
gris de neme vistió la aridez.
Los terrenos y ranchos de otrora…
el conglomerado abrazó la urbanización.
Los cimientos con su parsimonia se alzaron
en columnas grises de férrea estancia.
Los ladrillos, la arena, el cemento, la puerta,
la llave, el cerrojo, la ventana y la reja
cambiaron la historia, la vida del barrio
mi querido barrio, mi barrio Rionegro
el de aquellos días, de inocentes tardes…
tardes de arrebol.
Hoy en el recuerdo con mucho cariño
del baúl de antaño tomo entre mis manos
mi lugar de orígen y con mi memoria
en la retrospectiva recorro tus calles,
el azúl nocturno que un día me vio niña.
El azúl de ensueños entre filigranas
descuelga del cielo con dulce embeleso
el candor, la inocencia filial
de los días en que transcurrieron
los plácidos años de vivos colores.
En el alma queda el felíz retorno,
el confín escueto de aridez y arcilla.
El bardo incipiente de aldea, en tu existir.
Julia Salinas Salinas
Colombia, Bogotá D.C.