Jupiter
y La Tortuga
A
las bodas de Júpiter estaban todos los animales convidados;
unos y otros llegaban a la fiesta nupcial apresurados.
No faltaba a tan grande concurrencia ni aun la reptil ni más
lejana oruga, cuando llega muy tarde y con paciencia, a paso
perezoso, la Tortuga.
Su tardanza reprende el dios airado, y ella le respondió
sencillamente: – Si es mi casita mi retiro amado, ¿cómo
podré dejarla prontamente?
Por tal disculpa, Júpiter tonante, olvidando el indulto
de su fiesta, la ley del caracol le echó al instante,
que es andar con la casa siempre a cuestas.
Gentes
machuchas hay que hacen alarde
de que aman su retiro con exceso,
pero a su obligación acuden tarde:
viven como el ratón dentro del queso.