La
Siguanaba
Una noche,
un señor regresaba a caballo de una fiesta, teniendo
que recorrer una gran distacia como de 10 kilómetros
para regresar hasta su casa. Pasadas las once y saliendo del
poblado pasó por el cementerio, se oyeron entonces
las campanadoas de la iglesia anunciando la hora.
Caminó
largo trecho. en el camino encendío un puro y se lo
fumó, subiendo largo rato por altas lomas y bajando
cuestas pronunciadas. Tranquilamente sentía la brisa
de la noche cruzando por los cañales, llegando al grado
de sentir somnolencia. Recorrió largo trecho por una
planicie hasta llegara a una quebrada arenosa, cruzó
el río y subió una cuesta adentrándose
en en una sombra más densa producida por el follaje
tupido del lugar, sintió que se le erizaba la piel,
y le entró un gran escalofrío por la espalda.
El caballo relinchó enojado por el exceso de carga,
y de repente el hombre sintió que lo abrazaban por
detrás a la altura de su espalda en dirección
a los pulmones. Sintió la provocante caricia sensual
de unos senos grandes y tersos de mujer joven que lo acariciaba
con lujuria. El hombre quizó ver quien lo abrazaba
y solo vió la silueta de una mujer con oscura melena
alborotada. Inmediatamente vió que en su cuerpo a la
altura del pecho dos brazos blancos femeninos que terminaban
en finas manos afiladas las cuales tenan uñas afiladas.
Se hechó a correr montado en su caballo, cerró
sus ojos y salió disparado como loco perdiendo en la
carrera su sombrero. No se detuvo sino hasta llegara a su
pueblo, muy nervioso casi no se pudo bajar del caballo y con
sollozos y alta fiebre se acostó en su cama. El hombre
se durmió muy enfermo y asustado. Al amanecer la cabeza
le picaba desesperadamente y al peinarse le salían
grandes piojos negros. Todos los familiares concordaron en
que la Siguanaba había asustadoa a nuestro amigo, y
le aconsajaban para que no le fuera a ocurrir lo mismo.
Las recomendaciones eran que bastaba con llevar en el bolsillo
izquierdo un pedazo de tela color rojo, o llevar en el sombrero
una cruz de alfileres. Dicen que la Siguanaba sólo
les sale a los hombres solteros y a los «amancebados»
(perejas no casadas por la iglesia); a los niños, a
los viejitos, cuando no portan medallas, cruces o escapularios
benditos.
ENVIADO POR:
BERTA MENDEZ