La
vida es una enfermedad
del espíritu Novalis
Algunos filósofos herméticos han afirmado que
puede entrarse en este mundo de muchos modos; algunas veces,
sin darse uno cuenta. Yo conjeturo que éste fue mi
caso; ello explicaría que nunca haya tenido la menor
idea de qué diablos hago aquí. Pensé
que había venido a escribir, porque nací en
una casa llena de libros y mi padre ejercía el periodismo;
pero sospecho que aquel pensamiento fue un intento de creer
que sabía para qué había venido al mundo.
La verdad es que no lo sé. Por lo demás, todos
mis amigos de la clase media pobre en que nací creían
más o menos lo mismo.
Soy muy despistado. Alguna vez perdí un examen que
había preparado porque me equivoqué de día,
para regocijo de mis compañeros de carrera. Acaso cuando
nací pensé que estaba entrando en otro mundo,
o acaso pensé que no estaba entrando en ninguno.
Después he ido intentando interesarme por algunas cosas:
las mujeres, la literatura, la alquimia y
aun la botánica, en un tiempo. La verdad es que creo
que entré en un mundo que no me interesaba. Sólo
me importa hacerme perdonar por mis hijos lo poco o mucho
que yo haya contribuido a su nacimiento. A este último
respecto, me consuela pensar que para la cosmogonía
hinduista el matar y el engendrar son hechos que trascienden
la naturaleza humana y que, como yo, ellos nacieron porque
lo deseaban, o por distracción.
Elías
F. Gómez García