UN VALENTÓN
DE ESPÁTULA Y GREGÜESCO
Un
valentón de espátula y gregüesco,
que a la muerte mil vidas sacrifica,
cansado del oficio de la pica,
mas no del ejercicio picaresco,
retorciendo el mostacho soldadesco,
por ver que ya su bolsa le repica,
a un corrillo llegó de gente rica,
y en el nombre de Dios pidió refresco.
«Den voacedes, por Dios, a mi pobreza
-les dice-; donde no; por ocho santos
que haré lo que hacer suelo sin tardanza!»
Mas uno, que a sacar la espada empieza,
«¿Con quién habla?- le dice al tiracantos-,
¡cuerpo de Dios con él y su crianza!
Si limosna no alcanza,
¿qué es lo que suele hacer en tal querella?»
Respondió el bravonel:
«¡Irme sin
ella!»
FRANCISCO
DE QUEVEDO