ÚLTIMA LÁPIDA
Una voz atraviesa la mañana,
Es un canto amargo y desolado,
El llanto de un ser de gritar cansado,
El clamor que de la entraña emana.
Al oírlo se emociona el alma humana,
Por ser sincero aunque desgarrado,
Porque nadie con más verdad ha hablado,
Porque a las gentes con su voz hermana.
Nos habla de paz desinteresada,
Del fracaso que la guerra supone,
Del ocaso de una tumba cavada.
En esa tumba una inscripción pone:
«Muere aquí una pacífica mirada,
que nadie esta lápida encañone».
Miguel
de Asén.