Reencuentro
¿Quien no tiene en esta
vida
un alma pivotante?
Sin dudarlo nos arrojamos a la placidez de un abrazo.
Hacía tanto que la calidez no penetraba en mis huesos,
que este encuentro me rejuveneció años.
Su rostro alboreaba algunos pliegues
que algún día acentuarían sus rasgos…
Pero sus ojos, los ojos de la ausencia,
seguían formulando las interrogaciones
que penetran la corteza del ser.
En un insignificante silencio del habla,
de fijas miradas,
todo lo que debíamos saber.
Sobrevolaron las imágenes…
Desde los días de la inconsciencia,
de irracionales razones de que nos queríamos convencer,
hasta aquella mutación soberana del instinto
en deseos incontenibles de pertenecer…
códigos de común genética que decíamos
tener.
Misterios de esta vida…
o memorias del alma como reminiscencias
de otras vidas.
Como fuere,
embriagados de sabiduría de la existencia bebida,
-ni mucha, ni poca… la suficiente-
enlazamos de común destino las sensaciones sublimes
del ser
sin asfixiarnos en los soberanos egoísmos que tiene
el poseer.
Y aunque lejos los cuerpos y distraídas las mentes…
por ratos, que son meses y hasta años,
siempre retornamos a ese aljibe donde nuestros labios
buscamos de tanto en tanto humedecer…
Siempre!
siempre las mismas contenidas ansias
que calman las agitadas tempestades de nuestras almas
y hasta que nos volvamos a ver…
Marcelo D. Ferrer
La Plata, Buenos Aires, Argentina.