Atardeceres
Milton Alvarez
Terminar una jornada
presenta cada vez la compañía
de un cielo irisado
que hace grata la lasitud.
Ambiente de luz tenue
que sugiere tu compañía,
que por cálido, sabe a ti,
se siente como el hogar
abrigado, íntimo, nuestro.
Lenguas serpenteantes y agónicas
del astro rey viajando silente
a otras longitudes y hogares
a despertar otras voluntades
y descubrir otros amantes,
como él mismo, galanteando
con la tierra de por medio
a su amada luna,
sempiterna compañera cósmica.
Perfecto contraste naranja,
para que las azucenas y margaritas
resalten el camino a tu abrigo,
al remanso de tu ternura,
a la fuente que calme mi sed de ti
y cicatrice las heridas de tu ausencia,
para enmarcar con delirio
tu silueta adorada y acogedora
y acompañar un beso tuyo.
Atardeceres que se van suaves
como batir de alas,
como quieto vado,
para acoger algo también único,
abandonar lo refulgente
y ser cómplice de la intimidad
del regreso, de tu compañía,
de completar nuestra fortaleza,
tallados como uno solo, tu cuerpo y el mío.